CHARLES BLAKE

Para soñadores que como yo, plasman sus pensamientos sobre un papel en blanco.

jueves, 6 de diciembre de 2012

HISTORIA DE LA Ñ



La Ñ (eñe), esta letra tan característica del español, procede de una abreviatura del latín. Se empezó a usar cuando para escribir dos enes, como en las palabras anno e Hispanna, se montó la segunda ene sobre la primera con el fin de economizar espacio. Esto llegó a derivar con el tiempo en una simple virgulilla (signo ortográfico a modo de acento). Así, las palabras que llevaban dos enes, han heredado con el tiempo este sistema y se escriben con eñe, como año y España.
En tiempos antiguos, era primordial ahorra tiempo, espacio, tinta o papel, y se adquirió el hábito en desarrollar abreviaturas, como disponer un signo “9″ al final de la palabras, que expresaba la desinencia “orum” o “eorum”.
En otras lenguas románicas de la península, la letra eñe se muestra mediante otros dígrafos (dos grafías): en catalán se emplea con las letras ny, en portugués con nh, en gallego se utiliza la grafía del castellano ñ, aunque en la última década se halla una vacilación entre la escritura de la ñ y la portuguesa nh. En otras lenguas romances como el francés y el italiano, eligieron la forma -gn-, que podemos apreciarla en el nombre de sendos productos típicos: el champagne y la lasagna. El catalán en concreto,  eligió la forma -ny- que se exhibe en el nombre del territorio propio de esa lengua: Catalunya. El portugués, la forma -nh- en la que la h muda indica que la ene anterior no se pronuncia tal cual, (del mismo modo que adoptó -lh- para representar la palatalización lateral): toalha de banho.
La letra eñe, también procede de la conjunción del latín mn, como en las siguientes palabras: damnun-daño, somnum-sueño o autumnum-otoño.
 La letra Ñ fue tomada del castellano en los siguientes idiomas, como parte de su alfabeto: aragonés, asturiano, aymara, bubi, chamorro, gallego, guaraní, mapudungun, mixteco, quechua, tagalo, zapoteco, wolof. El inglés admite la ñ en préstamos del castellano como «cañón» (la grafía más común es «canyon»), «cañada» (en Cañada del Oro en Arizona), «jalapeño», «piñata» o «niño» (en la corriente marina y en la Oscilación del Sur El Niño).
En 1991, una auténtica guerra cultural estalló cuando la Comunidad Económica Europea (CEE) impulsó de forma imprudente el proyecto de algunos fabricantes de ordenadores, que pretendían comercializar teclados sin Ñ.
Hasta ese momento, existía una reglamentación que impedía comercializar en España productos informáticos que no tuvieran en cuenta "todas las características del sistema gráfico del español".
La UE estimó que esa disposición equivalía a una medida proteccionista que violaba el principio de libre circulación de mercancías.
Como era previsible, la primera en reaccionar fue la Real Academia Española (RAE). La desaparición de la Ñ de los teclados, proclamó en un informe divulgado en 1991, representaría "un atentado grave contra la lengua oficial".
Es escandaloso que la CE (Comunidad Europea) se haya atrevido a proponer a España la eliminación de la eñe (...) sólo por razones de comodidad comercial (...) Los autores de semejante abuso y de tamaña arrogancia deberían saber que la eñe no es una antigualla arqueológica, sino todo lo contrario: un salto cultural de una lengua romance que dejó atrás a las otras al expresar con una sola letra un sonido que en otras lenguas sigue expresándose con dos.
Mientras que la poetisa argentina María Elena Walsh, quien en el diario La Nación de Buenos Aires señaló:
¡No nos dejemos arrebatar la eñe! Ya nos han birlado los signos de apertura de interrogación y admiración. Ya nos redujeron hasta el apócope... Sigamos siendo dueños de algo que nos pertenece, esa letra con caperuza, algo muy pequeño, pero menos ñoño de lo que parece (...) La supervivencia de esta letra nos atañe, sin distinción de sexos, credos ni programas de software (...) Luchemos para no añadir más leña a la hoguera donde se debate nuestro discriminado signo (...) La eñe es gente.

En fin, la letra Ñ y el sonido tan peculiar que entraña al pronunciarse, la convierten en abanderada de lo español, el idioma de tantos y tantos hispanohablantes.
Cariño, añoranza, entrañable, bisoñez, pequeñez, acompañar, etc… son representativas de un extenso conjunto de términos (unos 2700 vocablos según la DRAE) que enriquecen más si cabe nuestro idioma materno.
CHARLES BLAKE

2 comentarios:

  1. Cierto. Hay tantas cosas que damos por hechas. Reconozco ser un curioso empedernido.
    un beso y gracias por tu comentario.

    ResponderEliminar